Las temperaturas inusitadamente altas que azotan por sexta semana consecutiva las zonas céntricas de Rusia hacen a algunos expertos locales preguntarse, si no serán atribuibles al ensayo de algún arma secreta por parte de EEUU.
Gueorgui Vasíliev, de la Facultad de Física de la Universidad Lomonósov de Moscú, recordó en declaraciones al periódico Komsomolskaya Pravda que los cataclismos más fuertes en Rusia y otras naciones se iniciaron después de 1997, fecha en que EEUU puso en marcha su estación de radiotransmisores HAARP.
Situada en Alaska, esta estación es la herramienta más poderosa para influir en la ionosfera. Algunos técnicos militares se inclinan a pensar que se trata de un arma geofísica. Vasíliev también sospecha que EEUU no habría invertido casi dos décadas y 250 millones de dólares en ese centro, si su única función fuese el estudio de aurora activa de alta frecuencia.
Un ex meteorólogo militar, Nikolai Karaváyev, no descarta “la posibilidad de que se esté ensayando un nuevo arma climática sobre Rusia”. Él vincula la oleada de calor extremo con el reciente lanzamiento de la nave espacial estadounidense X-37B, que es capaz de portar poderosas armas láser. Las temperaturas en Moscú ya rondan 40 grados centígrados, mientras que en Berlín, París, Viena o Varsovia oscilan entre 18 y 25 grados. Esta circunstancia lleva a Karaváyev a la conclusión de que es un cataclismo “local y deliberado”.
Vladímir Lapshín, director del Instituto de geofísica aplicada, califica esta hipótesis de “disparatada”, en primer término, porque las temperaturas superan la norma en el propio territorio estadounidense. “Las masas aéreas solían mezclarse generando en verano una temperatura próxima a los 25 grados mientras que ahora hay una enorme zona atmosférica de alta presión que permanece sobre la parte europea de Rusia (…) A ver si se mueve en agosto y todo el mundo se olvidará enseguida del arma climática”, dijo.
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