Filtraciones de WikiLeaks al diario The New York Times confirman los peligros de subcontratar a empresas de seguridad privada para funciones que, hasta hace pocas décadas, desempeñaban los ejércitos de los Estados. El comportamiento de contratistas de algunas de estas empresas en Irak y Afganistán se asemeja al de mercenarios en África en décadas anteriores. Financiados con diamantes y otras materias primas, ejércitos paralelos ponían en peligro la paz, la estabilidad y la soberanía de los nuevos Estados en la década de los ‘70.
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