Es casi obsceno que la CEOE, con la complicidad de instituciones como el Banco de España, pretenda además sacar tajada de la situación, (como nos suena esta cancion en la Seguridad Privada)
Con frecuencia, las noticias inducen a error. La pasada semana todos los diarios informaban de que en el primer semestre del año las ganancias de las empresas del IBEX cayeron un 36%.
En una primera impresión, uno tendería a concluir que la crisis afecta por igual a pobres y a ricos. Nada de eso.
El dato no indica que las empresas pierdan, sino sólo que ganan menos. Y si de comparaciones se trata, es de suma relevancia saber de qué cifra partimos. Un enano encima de un gigante alcanza una altura considerable.
Durante la última década, las empresas han obtenido ganancias fabulosas. Año tras año, los incrementos arrojaban cifras de dos dígitos. Causaba sonrojo presenciar arduas discusiones acerca de si los salarios tenían que crecer el 2,8% o el 3,1%, al tiempo que la banca anunciaba ganancias superiores a las del año anterior en un 40, 50 o 60%, y así, ejercicio tras ejercicio. Tan sólo hay que asomarse a los datos de la Central de Balances del Banco de España para constatar cuáles han sido los incrementos de los beneficios empresariales de todos estos años, o revisar las cifras de la Contabilidad Nacional de España para contemplar cómo, a pesar del aumento del empleo, el excedente empresarial ganaba terreno a la retribución de los trabajadores. El anuncio de que este primer semestre las empresas han ganado menos quiere decir únicamente eso, que sus beneficios han sido menores, pero aún continúan siendo elevadísimos. La bolsa se ha percatado de ello de inmediato y de ahí su comportamiento. No deja de ser significativo que en plena recesión el mercado de valores se encuentre en fase alcista.
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